Todos, todas, tenemos algo que lamentar; en donde sea que estemos. Hay quien prefiere o se siente más proclive a hacerlo en un templo, en lo que queda de él, en un muro, en un cementerio... Yo pienso en la montaña y en la playa. No se antojan a primer recuerdo para lamentarse, sin embargo para mi han sido escenario para todo.
Hay quien se lamenta por sufrimientos personales, de su grupo más cercano o de su gran comunidad. Los menos se lamentan a un grado colectivo por sus propias acciones para con la otredad.
Yo lamento que me duelan los pies, que me vayan jodiendo poco a poco las piernas, que me arda por ello la espalda, como quemaduras internas. Lamento que mi mente siga en desarrollo y mi cuerpo se vaya quedando atrás... lamento no estar haciendo lo suficiente para evitarlo ahora que podría. Lamento herir constantemente a mis amores. Lamento no dedicarle más tiempo a mis amores.
Quisiera pensar que la ciudad entera, el suelo, sus montes, los pastos, arbustos y árboles, los insectos y las aves lamentaran la fortuna de Jerusalén, el sufrimiento de sus hermanitos humanos en tantas conquistas y pleitos de identidad. Vaya que es un ambiente psicótico que inspira esquizofrenia. Las arquitecturas de distintos periodos, de distintos poderosos, sobreponiéndose soberbiamente una sobre la otra; resulta discordante con la lacerante realidad que, sorpresivamente se oculta en tan cosmopolita y vibrante algarabía, misma que obsesiva se vuelve silente y tranquila con la llegada del Sabbath y del Domingo.
Yo por lo pronto no resuelvo si celebrar o lamentar. Celebro y disfruto muchísimo estar aquí por cómo llegué y por lo que busco con mi fabulosa compañía. Pero lamento sentir tanto fervor piadoso inhabilitando el crecimiento espiritual de mi especie; aún más lamento a lo que ha guiado e inspirado. Celebro que "Cristo" trascendió su judaísmo, desobediente de los opresores, mas lamento que fundó otro escollo igual o peor. Celebro más aún que yo trascendí a ese mesías y su nefasta herencia institucionalizada.
El equilibrio no siempre resulta en aromas y sabores deleitables; a veces es como un vino avinagrándose que asienta la consciencia al tomarlo por la noche, pero con un sabor algo incómodo.
@Jerusalén, Israél Palestina, post Global Sustainability Fellos Program 2018
Lamentaciones
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