El otro mirador


¿Qué disfruta hoy la gente que no conoce los remanentes del campo de Monterrey? Y con "el campo" refiero valles de cultivo bañados por el Sol o tostados por su calor al paso de las estaciones, al igual que de las cumbres que en otoño juguetean con nubarrones y dichosas, transportan por entre sus cimientos al agua -hoy en día, hacia el pavimento de calles y canales y a las cañerías-; también por "campo" tomo al conjunto de flora silvestre que se sigue abriendo paso camino valiente y a su paso aflorando, siempre que el clima se los permita; a los insectos que orgullosos cantan en el verano y a las aves que se hablan y contestan copiosa y enérgicamente, especialmente en las mañanas de primavera.

Y ahora todo ese campo aloja a los campus de los comerciantes de la educación, a las edificaciones de los mercenarios del conocimiento y de arte y a los ostentosos y maniobreros del poder político y económico... ver todo eso, no me parece tan deleitable como los escenarios que narra Reyes en su recorrido visual y etereo desde el mirador a espaldas del Cerro del Caído.

¿Qué disfruta hoy la gente que no conoce los remanentes intra-urbanos de campo en Monterrey?

El otro mirador
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