Me confieso millenial. Confieso que inventé mi propio trabajo a partir de mis convicciones, a partir del positivismo utópico, de la esperanza en el discurso romántico.
Confieso que sufro por "nimiedades", que no logro "estabilidad", que no tengo patrimonio y no me interesa procrear.
Erré mi profesión desde los cánones del éxito occidental, en el que es especialista mi natal y casi siempre vergonzosa Monterrey.
Y estoy abriendo camino. Estoy imaginando futuros viables, tratando de vivirlos. Y si... sufro el pinche presente jodido, pestilente de simulación y banalidad que nos han heredado.
¡Ya es nuestra hora! Y también es hora de que se traguen toda la mierda que hablan de nosotros, para darse cuenta de que estamos mal porque nos juzgan desde sus putrefactos arquetipos.
Mírate primero a ti, cuando quieras criticar a una generación.
Millenial
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