Espejo

No me queda en duda tu edad; no,
no te vez viejo, no pareces cansado ni gastado.
Es tu alma la que me ha hecho asumir
que llevas tiempo, ni un segundo en vano,
recorriendo mundos, tocando corazones,
reconfortando con abrazos, despertando con sonrisas...
Yo mismo he parecido añoso para otros,
mas han resuelto en encontrarme vetusto de alma.
Y ahora yo, me reflejo y me confundo,
pues el tiempo es sabio y nos hace niños en el fondo.

Es tu esencia trascendente
que me ha hecho buscar tu esencia mundana.
Es que ambas son deliciosas,
de ahí que me resultes atractivo;
es así que me resultas convincente.
No podría negar que acallé mis ganas
-impulsivas- de complacerte con caricias,
porque te creí lejano, pues te sentí ajeno...
pero no era sino yo, el ermitaño,
tratando de resguardar mi propio terreno.

Quiero realmente andar por tu camino,
quizá porque volvería a recorrer el mío;
Quiero al menos acompañarte, crecer contigo,
escuchar tus experiencias y poder saborear las mías.
Quiero ver el brillo de tus ojos y el destello entre tus labios,
disfrutar la convivencia y respetar tu espacio, tu tiempo.
Quiero sentir la calidez de tu inocencia y la ternura de tus manos,
percibir la fuerza de tus pasos y la ecuanimidad en tu voz;
Quisiera también creer que podemos ser uno los dos.
Ofrezco ser un buen espejo, si no encuentras para mi en tu vida mejor opción.


Espejo
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Hacha sin filo por O. Adrián Lozano Garza se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional